Que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anuncie que su Gabinete de Seguridad ha aprobado su plan para la ocupación de Ciudad de Gaza no es lo que parece. La ocupación de la totalidad de Franja se ha ido produciendo a medida que avanzaba el genocidio en los últimos 22 meses. Y Ciudad de Gaza se ha convertido en un gueto dentro del gueto. Lo que se pretende, pues, no es ocupar, sino limpiar.
El plan para ocupar Gaza es una nueva artimaña para satisfacer el deseo de sus socios ultras de anexionarse la Franja y para distraer la atención internacional de la hambruna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado
El plan para ocupar Gaza es una nueva artimaña para satisfacer el deseo de sus socios ultras de anexionarse la Franja y para distraer la atención internacional de la hambruna

Que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anuncie que su Gabinete de Seguridad ha aprobado su plan para la ocupación de Ciudad de Gaza no es lo que parece. La ocupación de la totalidad de Franja se ha ido produciendo a medida que avanzaba el genocidio en los últimos 22 meses. Y Ciudad de Gaza se ha convertido en un gueto dentro del gueto. Lo que se pretende, pues, no es ocupar, sino limpiar.
Ciudad de Gaza ha sido siempre la más poblada de la Franja, pero ahora es un área en la que sus habitantes se han ido reubicando y en la que se han instalando —entre cascotes y escombros y en tenderetes al raso— miles de desplazados.
Como suele hacer, Netanyahu retuerce las palabras. No solo las palabras, retuerce los conceptos. Y no solo los conceptos, nos retuerce a todos con ideas de las que quiere hacernos partícipes.
El presente plan no es sino una nueva maniobra suya, esta vez para satisfacer una de las exigencias mayores de sus socios de extrema derecha: que se anexione la Franja, es decir, que se limpie de palestinos y se vuelvan a poner en marcha proyectos de colonización. Al mismo tiempo, es una artimaña para distraer la atención internacional de la más reciente forma de aniquilación israelí: la hambruna.
Después de haber matado a más de 60.000 palestinos con bombas, después de haber sometido a malnutrición a 200.000 niños y matado de hambre a varios cientos de ellos, ahora se va a proceder a limpiar el gueto. Se va a vaciar la principal ciudad que quedaba.
Netanyahu necesitaba dar un paso. Él siempre da pasos hacia delante, pero hacia delante no significa a mejor, y esta vez necesitaba algo que distrajera a la sociedad israelí y al mundo. “Nuestro genocidio” ha titulado la ONG israelí B’Tselem en su reciente informe sobre lo que está sucediendo, y de genocidio han empezado a hablar significados intelectuales y políticos israelíes, reluctantes hasta hace poco a asumir lo que estaba ocurriendo a escasos kilómetros de sus casas. Netanyahu y su Gobierno han hecho todo lo posible por ocultar los hechos a la opinión pública. Los medios de comunicación están controlados. La sociedad está anestesiada por el 7 de octubre de 2023.
A ello hay que sumar que un grupo de altos cargos militares retirados se ha pronunciado sobre las dificultades y el peligro de “reocupar” la Franja, no solo por la falta de un proyecto político viable que suceda al militar, sino por las previsibles bajas entre los soldados.
¿Qué significa todo esto? Algunos aspectos concretos del plan de Netanyahu han salido a la luz. Significa llamar a filas a 200.000 reservistas israelíes. Significa desplazar a un millón de palestinos (es de imaginar que “desplazar” significa “expulsar” de Palestina). Significa impedir la entrada de cualquier ayuda humanitaria en Ciudad de Gaza para forzar a la población a marcharse. Significa, en definitiva, ahondar en el hambre, la destrucción y la limpieza étnica. Y todo ello, según prevé Netanyahu, antes del 7 de octubre próximo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Añadir usuarioContinuar leyendo aquí
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
Flecha
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos
Más información
Archivado En
Feed MRSS-S Noticias