La activista marroquí en favor de la diversidad sexual y de los derechos del colectivo LGTBIQ+ Ibtissam Betty Lachgar, de 50 años, ha sido detenida por orden de la Fiscalía bajo la acusación de blasfemia. La militante feminista permanece desde el domingo bajo custodia policial tras haber difundido el 31 de julio en las redes sociales una fotografía suya en que porta una camiseta con la leyenda “Alá [en árabe] es lesbiana [en inglés]”. Lachgar se enfrenta a una larga pena de cárcel en aplicación del artículo 262 del Código Penal marroquí.
La feminista Ibtissam Lachgar, conocida por su defensa de los derechos humanos, recibe amenazas de muerte tras tachar a la religión de “fascista, falócrata y misógina”
La feminista Ibtissam Lachgar, conocida por su defensa de los derechos humanos, recibe amenazas de muerte tras tachar a la religión de “fascista, falócrata y misógina”


La activista marroquí en favor de la diversidad sexual y de los derechos del colectivo LGTBIQ+ Ibtissam Betty Lachgar, de 50 años, ha sido detenida por orden de la Fiscalía bajo la acusación de blasfemia. La militante feminista permanece desde el domingo bajo custodia policial tras haber difundido el 31 de julio en las redes sociales una fotografía suya en que porta una camiseta con la leyenda “Alá [en árabe] es lesbiana [en inglés]”. Lachgar se enfrenta a una larga pena de cárcel en aplicación del artículo 262 del Código Penal marroquí.
La Fiscalía ha ordenado la apertura de una investigación por la “publicación de una imagen que contiene un insulto a la religión islámica” y el inmediato arresto de su autora, según un comunicado citado por Efe. Este caso refleja la fractura que vive la sociedad marroquí, donde aún se castigan con cárcel las relaciones fuera del matrimonio y la homosexualidad, aunque ya se permite que una pareja no casada comparta una habitación de hotel sin necesidad de mostrar el certificado de matrimonio y la diversidad sexual resulta patente en medio de la modernidad de las grandes ciudades.
El mensaje en las redes sociales de Lachgar, fundadora del Movimiento Alternativo para las Libertades Individuales en Marruecos, ha desatado una ola de invectivas en su contra desde los sectores conservadores y religiosos de la sociedad, que han visto en la imagen de su camiseta una ofensa a los valores sagrados y una incitación al odio.
A pesar de que las críticas al islam no están expresamente recogidas como delito en el Código Penal, Marruecos, donde el islam es la religión oficial, castiga las ofensas a los símbolos religiosos mediante el tipo penal de la difamación con penas que oscilan entre los 6 y los 18 meses y multas de hasta 20.000 euros (unas siete veces el importe del salario mínimo oficial). La condena puede elevarse hasta los cinco años de prisión si la ofensa se ha difundido y publicado a través de medios de comunicación, incluidos los “electrónicos”.
En las mismas redes sociales que ha contribuido a agitar con su provocadora fotografía, Lachgar ha respondido a quienes le lanzan amenazas de muerte o violación y llaman a su linchamiento mediante lapidación con esta réplica: “En Marruecos, yo me paseo con camisetas que contienen mensajes contra la religión y el islam (…) Ustedes me aburren con sus mojigaterías y sus acusaciones. El islam, como toda ideología religiosa, es FASCISTA, FALÓCRATA Y MISÓGINA [en mayúsculas en el post original]”.

Protagonista de escándalos como el del beso colectivo organizado en 2013 por su Movimiento, Lachgar se ha visto envuelta en polémicas que cíclicamente sacuden la sociedad marroquí, formalmente conservadora en materia de costumbres, pero con una visión del islam aparentemente tolerante.
En 2015, Marruecos expulsó de su territorio a dos activistas francesas del movimiento feminista Femen que se besaron con el torso desnudo en Rabat frente a la Torre Hasán y el mausoleo de los dos anteriores reyes de la dinastía alauí para protestar por la falta de derechos del colectivo LGTBIQ+.
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Sobre la firma

Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.
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