Los silbidos que se escucharon durante el partido ante el Sevilla son el síntoma de una desconexión táctica que ni siquiera los récords goleadores de Kylian Mbappé han podido camuflar.… Los silbidos que se escucharon durante el partido ante el Sevilla son el síntoma de una desconexión táctica que ni siquiera los récords goleadores de Kylian Mbappé han podido camuflar.…
- La atmósfera en Chamartín durante el cierre de 2025 ha dejado una lectura clara: en el Santiago Bernabéu, ganar es el mínimo, pero no el fin.
Los silbidos que se escucharon durante el partido ante el Sevilla son el síntoma de una desconexión táctica que ni siquiera los récords goleadores de Kylian Mbappé han podido camuflar.
Acá un breve análisis de por qué la victoria por 2-0 ante el Sevilla no calmó las aguas, sino que evidenció la fractura entre el equipo y su afición.
El divorcio entre el resultado y la identidad
El madridismo despidió el año con una sensación agridulce. Aunque los tres puntos mantienen al equipo en la pelea por LaLiga, el «cómo» está pesando más que el «qué».
La «Courtois-dependencia»: Que el mejor jugador de un partido en casa ante el Sevilla sea el portero es una señal de alarma. Las paradas milagrosas de Thibaut evitaron que el Sevilla se adelantara, pero la grada interpretó esto como una falta de control preocupante.
El «Efecto Xabi» bajo la lupa: Xabi Alonso llegó con el aura de ser el arquitecto de un fútbol total, pero el equipo se ha vuelto previsible. El público del Bernabéu, experto en detectar la desidia, castigó con pitos las largas posesiones horizontales y la falta de agresividad defensiva.
Fragilidad en la Retaguardia: Sin los pilares veteranos, la apuesta por jóvenes como Asencio y Huijsen está resultando arriesgada. Los desajustes en el juego aéreo y las transiciones lentas fueron los momentos donde más se elevó el volumen de las protestas.
¿Qué le espera al Madrid en 2026?
El 2025 termina con el Madrid en «modo supervivencia». El parón navideño llega en el momento justo para que Xabi Alonso reajuste una pizarra que parece haberse quedado sin tiza.
La paciencia de la grada se ha agotado porque el aficionado siente que, con la plantilla más cara del mundo, el equipo debería gobernar los partidos, no solo ganarlos por pegada.
El mensaje del Bernabéu es un aviso a navegantes: Si en enero el juego no fluye, el crédito de la «era Alonso» empezará a cotizar a la baja, independientemente de cuántas veces celebre Mbappé con el «Siuuu».
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