La Unión Europea, que quedó marginada de las negociaciones lideradas por Washington para lograr un alto el fuego en Oriente Próximo, busca ahora cómo recuperar un papel con peso político y no solo económico. El objetivo es no limitarse a pagar la reconstrucción en la etapa que se ha abierto con el plan de 20 puntos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero esta relevancia política parece más difícil de conseguir tras haber congelado la principal medida de presión sobre Israel: las sanciones propuestas por la Comisión Europea en el marco del Acuerdo de Asociación bilateral. Los ministros de Exteriores reunidos el lunes en Bruselas decidieron no activarlas por el momento, lo que ha causado malestar en algunos Estados miembros, según fuentes consultadas.
Los Veintisiete buscan vías para influir más allá de pagar la reconstrucción de la Franja mientras que vuelven a congelar la amenaza de sanciones a Israel
La Unión Europea, que quedó marginada de las negociaciones lideradas por Washington para lograr un alto el fuego en Oriente Próximo, busca ahora cómo recuperar un papel con peso político y no solo económico. El objetivo es no limitarse a pagar la reconstrucción en la etapa que se ha abierto con el plan de 20 puntos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero esta relevancia política parece más difícil de conseguir tras haber congelado la principal medida de presión sobre Israel: las sanciones propuestas por la Comisión Europea en el marco del Acuerdo de Asociación bilateral. Los ministros de Exteriores reunidos el lunes en Bruselas decidieron no activarlas por el momento, lo que ha causado malestar en algunos Estados miembros, según fuentes consultadas.
Los ministros discutieron las formas en que la UE puede “contribuir” a poner en marcha el “plan integral para poner fin al conflicto en Gaza” presentado por Trump y que ya ha permitido el comienzo de un frágil alto el fuego, según un documento de trabajo al que ha tenido acceso EL PAÍS. Pese a no haber tenido un papel significativo en su elaboración, la UE ha saludado este plan y ahora analiza cómo apoyar y tener un peso tanto a corto como a largo plazo. Especialmente con la idea de pulir los flecos que considera que quedaron demasiado sueltos: sobre todo en lo que se refiere a la solución de los dos Estados (palestino e israelí), planteada solo de forma vaga en los 20 puntos de la propuesta y para la que el bloque comunitario quiere “reforzar un relato positivo” de esta visión.
Con el mismo objetivo, Europa quiere incidir en el necesario apuntalamiento —financiero y político— de la Autoridad Palestina (tampoco especificado en el programa) y que se discuta la creciente situación de violencia en Cisjordania, cuestión que el plan de Trump “no aborda”, según destaca el documento de trabajo europeo.
Este también incluye entre las acciones inmediatas —antes de que acabe el año— “explorar su membresía en la Junta de la Paz”, el organismo supervisor que se supone presidirá Trump y en el que hasta el momento solo tiene también asegurado un papel el ex primer ministro británico Tony Blair. Una silla que la UE quiere ocupar de una manera por ahora no especificada —fuentes diplomáticas consideran que antes se necesita conocer más detalles de dicha junta— para garantizar, en cualquier caso, el “apoyo al comité palestino” tecnocrático y apolítico que, según el plan, deberá gestionar el día a día en Gaza, así como a la Autoridad Palestina.
Entre las medidas que la UE explora para fortalecer su papel en el programa de paz, el bloque considera clave “activar aún más los canales diplomáticos” con Estados Unidos, especialmente para intentar, por esta vía, defender ante Israel “cuestiones clave que socavan la viabilidad de la Autoridad Palestina”. Entre estas, los Veintisiete priorizan la necesidad de derribar “barreras económicas y financieras”, como la congelación de los ingresos y transferencias retenidos a la Autoridad Palestina.
También quieren que se aborde la cuestión de la “actividad de los asentamientos” en Cisjordania. Especialmente, señala el documento, el E1, el polémico macroproyecto de asentamiento judío que, de ser implementado —el Gobierno de Benjamín Netanyahu aprobó los planes en agosto— dividiría Cisjordania y la aislaría de Jerusalén Este, haciendo prácticamente inviable un futuro Estado palestino.
La UE no quiere ser solo un “pagador”, sino también un “actor” en el proceso de paz que ahora se abre en Oriente Próximo, como dijo recientemente en una entrevista a este diario la comisaria para el Mediterráneo, Dubravka Suica. No obstante, Bruselas asume que una parte importante de su trabajo será, precisamente, financiar la reconstrucción de Gaza y las instituciones políticas palestinas en el futuro. Algo para lo que, según adelantó Suica, se espera que esté organizado y funcionando, antes de que acabe el año, el Grupo de Donantes para Palestina junto a otros actores internacionales, especialmente países del Golfo, que en el documento de trabajo consultado se prevé que tenga un papel fundamental.
Atraer la inversión privada
En el plano económico, más a largo plazo, la UE plantea también “movilizar” al Banco Europeo de Inversión (BEI) y explorar otros “caminos inversores” para “atraer la inversión privada”. De igual manera, el documento de trabajo interno habla de proyectos que llevarían a “facilitar el comercio”, con vistas a “considerar” en un futuro incluso un régimen comercial preferencial de la zona económica especial que se prevé crear (punto 11 del plan de Trump).
La UE “debería maximizar su influencia con vistas a lograr más peso en el proceso, mediante la variedad de herramientas a su disposición”, subraya el documento.
Algo que, sin embargo, no casa necesariamente con la actitud de los Veintisiete demostrada en la última reunión de ministros de Exteriores del lunes, donde los tímidos intentos de sancionar a Israel por sus constantes —y constatadas— violaciones de los derechos humanos durante la ofensiva militar en Gaza quedaron, nuevamente, aparcados hasta nuevo aviso, como reconoció la alta representante para Política Exterior, Kaja Kallas, al término de la cita en Luxemburgo.
Alegando que “el contexto ha cambiado desde que las medidas fueron puestas sobre la mesa”, el pasado septiembre, para suspender parcialmente el acuerdo comercial con Israel, la jefa de la diplomacia europea dijo que se decidió “no avanzar con estas medidas ahora”, si bien, aseguró, “siguen sobre la mesa en vista de lo frágil que es la situación”. Una decisión muy criticada por personalidades como el predecesor de Kallas, Josep Borrell, quien este martes las ha calificado como “excusas de mal pagador” que le dan “vergüenza”, según declaraciones en La 2Cat recogidas por Efe.
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