El Gobierno laborista del Reino Unido ha decidido que solo una política de mano dura contra la inmigración irregular puede rebajar la tensión social que está alimentando la derecha populista de Nigel Farage. La ministra del Interior, Yvette Cooper, ha dado luz verde a la policía para que identifique públicamente la etnia, nacionalidad y hasta la fase en que se encuentre su posible solicitud de asilo en casos de violación, agresión o abusos sexuales.
El Gobierno laborista teme una nueva oleada de violencia antiinmigración este verano
El Gobierno laborista del Reino Unido ha decidido que solo una política de mano dura contra la inmigración irregular puede rebajar la tensión social que está alimentando la derecha populista de Nigel Farage. La ministra del Interior, Yvette Cooper, ha dado luz verde a la policía para que identifique públicamente la etnia, nacionalidad y hasta la fase en que se encuentre su posible solicitud de asilo en casos de violación, agresión o abusos sexuales.
El pasado 22 de julio, una niña de 12 años fue violada por dos individuos en la localidad de Nuneaton. A través de informaciones periodísticas se dio a conocer que los presuntos agresores sexuales eran dos solicitantes de asilo de origen afgano que habían cruzado el canal de la Mancha para llegar a las costas inglesas. Vivían en una de las residencias múltiples, gestionadas por compañías privadas, a las que el Gobierno destina millones de euros mensuales para acomodar a muchos potenciales refugiados.
Ante el temor de que se produjeran disturbios como los de hace un año, tras el asesinato de tres niñas en Southport, las autoridades policiales optaron por la prudencia y evitaron publicar datos personales de los dos detenidos. Reform Uk, el partido ultraderechista y xenófobo de Farage, olió la oportunidad. Su concejal en el condado de Warwickshire (al que pertenece Nuneaton), George Finch, expuso los nombres, la nacionalidad afgana y su condición de solicitantes de asilo de los presuntos agresores, y acusó a la policía de haber encubierto deliberadamente estos datos.
“Me asquea que, un año después de todas las protestas en las calles que vimos en 2024 en algunas zonas del Reino Unido, ni el Ministerio del Interior ni la policía hayan aprendido la lección de cómo deben gestionarse incidentes similares”, aseguraba Finch, acompañado en rueda de prensa por el propio Farage. Los medios británicos han bautizado ya la reciente campaña del político que en su día impulsó el Brexit como el “verano de la criminalidad” (summer of crime). Farage sabe que las noticias escasean en periodo vacacional, y que es el momento perfecto para acaparar titulares. Ha decidido protagonizar comparecencias semanales ante la prensa para denunciar el supuesto vínculo entre criminalidad e inmigración.
Alimenta así la idea de que la combinación de hombre, joven y originario de país musulmán es el prototipo de un depredador sexual en potencia. En la memoria de los británicos está el escándalo originado hace un par de décadas y resucitado hace unos meses en las redes sociales por el multimillonario Elon Musk, de los llamados grooming gangs (mafias de pederastas), grupos de paquistaníes que abusaron sexualmente de menores blancas en situación de vulnerabilidad en zonas deprimidas del norte de Inglaterra.
“Creemos que debe haber más transparencia. Hay que proveer [a los ciudadanos] con más información, incluidos aspectos como la nacionalidad o si [el presunto agresor] ha solicitado asilo”, ha señalado este martes a la BBC la ministra del Interior. La instrucción procede directamente del primer ministro, Keir Starmer, que asegura que es el único modo de reconstruir y recobrar la confianza de los ciudadanos, después de la oleada de violencia callejera que provocó el incidente de Southport.
En aquella ocasión, fue un juez quien tomó la decisión de revelar la identidad del menor responsable del apuñalamiento de las niñas. En las redes sociales circuló como la pólvora que era un musulmán llegado en un pequeño bote a las costas del Reino Unido. Resultó ser Axel Rudakubana, hijo de padres cristianos que huyeron del genocidio de Ruanda, nacido en el Reino Unido, y con serios problemas de salud mental denunciados por las autoridades escolares, que la policía escolar no supo atajar.
“La policía y la Fiscalía deben analizar cada caso de modo individual, para decidir en qué momento y qué parte de la información debe ser revelada durante una investigación en curso”, ha explicado la ministra Cooper. “Pero pensamos que las normas de actuación deben cambiar, y llevamos ya seis meses trabajando en esos cambios”.
Más presión sobre la migración
El Gobierno de Starmer teme que se repita este verano la violencia sin control de hace un año. En las últimas semanas, grupos de ultraderecha han protagonizado ya protestas, actos vandálicos y enfrentamientos con activistas defensores de los migrantes ante algunos de los hostales que acogen a los solicitantes de asilo, en Londres y otras localidades como Portsmouth, Mánchester o Picadilly. Las cifras de manifestantes son todavía muy reducidas, en comparación a las de finales de julio del 2024, pero Downing Street teme que la tensión vaya en aumento.
Justo este martes, después de que la UE diera su visto bueno al acuerdo bilateral sobre migración que firmaron Starmer y el presidente francés, Emmanuel Macron, el mes pasado, ha entrado en vigor el nuevo esquema de intercambio. Bajo este esquema, los migrantes que hayan llegado a las costas inglesas por vía irregular serán devueltos a Francia, mientras que el Reino Unido acogerá a aquellos que tengan ya familiares en la isla, superen con éxito un control de seguridad y no hayan intentado previamente la travesía por el canal.
Aunque el Gobierno se resiste a dar cifras, el acuerdo, con vigencia de un año, es más simbólico que práctico. Los medios británicos hablan de cerca de 50 migrantes devueltos cada semana. A 30 de julio, son ya más de 25.000 las personas que han llegado al Reino Unido en pequeñas embarcaciones, un 50% más que el año pasado en las mismas fechas.
Downing Street confía en que el nuevo sistema de devolución de migrantes tenga un efecto disuasorio sobre aquellos que planean emprender el viaje.
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