Maremágnum migratorio: semana 1
Este mes han sido repatriados tres mil 200 guatemaltecos, de los cuales 593 son parte de detenciones a partir del 21 de enero.
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A una semana del inicio del gobierno de Donald Trump y sus inmediatas acciones ejecutivas, las comunidades migrantes hispanas en EE. UU. pasaron de una tensa espera a una preocupación creciente sobre los alcances de las deportaciones y los métodos para las detenciones. Autoridades federales decían que el énfasis de las órdenes se encuentra en personas con antecedentes criminales, citaciones judiciales no atendidas o conminatorias de salida vencidas, pero los operativos se multiplican en todos los estados y las aprehensiones no se atienen solo a las prioridades señaladas. Aun si se trata de un trabajador honrado o un padre de familia, si abre la puerta y no tiene cómo demostrar residencia legal, está expuesto a expulsión.
Este mes han sido repatriados tres mil 200 guatemaltecos, de los cuales 593 son parte de detenciones a partir del 21 de enero. Era anodino el llamado que hizo la cancillería guatemalteca al gobierno de EE. UU. para ejecutar deportaciones “en orden”, es decir de manera dosificada, pues las redadas no giran alrededor de las posibilidades, limitaciones o conveniencias de países como Guatemala. Su objetivo es exhibir el cumplimiento masivo de una promesa de campaña, aunque ello pueda entrañar ulteriores problemas de fuerza laboral en ciertos sectores.
En todo caso, la concreción de las amenazas trumpistas ha obligado a la autoridad migratoria local a instalar un centro de recepción de deportados en el Parque de la Industria. De manera tardía, el inoperante Consejo Nacional de Atención al Migrante anunció la compra de buses para facilitar el traslado de los connacionales a sus lugares de origen. En el país de los negocios a dedo, estas acciones apresuradas suenan a pretexto para fines aviesos.
Las deportaciones no empezaron el 21 de enero. En el 2024 superaron las 70 mil por año y en el 2023 fueron más de 61 mil y hasta ahora se preocupan por el transporte, a pesar de constantes quejas y, para más inri, bajas ejecuciones. El uso de aviones del ejército estadounidense cambia la logística tradicional de estos vuelos con migrantes retornados, pero lo que sí es justificada causa de polémica y rechazo es el uso de grilletes, pues se trata de personas migrantes que solo buscaban una oportunidad de trabajo para dar un mejor futuro a sus familias. No son criminales, como trata de generalizarlo la retórica imperante en agencias federales.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, intentó rechazar el aterrizaje de vuelos con deportados, precisamente para reclamar el denigrante uso de grilletes. Pero más tardó en increpar a Trump que este en ordenar restricciones de visas y amagar con una subida de aranceles a las exportaciones de dicho país a EE. UU. El desaguisado era justificado, pero al no resistir, solo implicó desgaste y mayor humillación.
La gira del secretario de Estado, Marco Rubio, primer hispano en ocupar dicho cargo, por cuatro países, incluyendo Guatemala, parece apuntar a la vieja herramienta de garrote para acallar disidencias. De hecho, su viaje empieza en Panamá, donde la amenaza de Trump de recuperar el dominio del canal fue motivo de repudio y azoro. Para Guatemala es oportunidad de reiterar su papel geoestratégico como aliado histórico de EE. UU., para gestionar la continuidad de programas de trabajo temporal agrícola y no agrícola en dicho país, así como la conveniencia para esa administración de continuar planes de cooperación en desarrollo comunitario, emprendimiento y seguridad pública, portuaria y aeroportuaria.
Este mes han sido repatriados tres mil 200 guatemaltecos, de los cuales 593 son parte de detenciones a partir del 21 de enero.
Maremágnum migratorio: semana 1
Este mes han sido repatriados tres mil 200 guatemaltecos, de los cuales 593 son parte de detenciones a partir del 21 de enero.
A una semana del inicio del gobierno de Donald Trump y sus inmediatas acciones ejecutivas, las comunidades migrantes hispanas en EE. UU. pasaron de una tensa espera a una preocupación creciente sobre los alcances de las deportaciones y los métodos para las detenciones. Autoridades federales decían que el énfasis de las órdenes se encuentra en personas con antecedentes criminales, citaciones judiciales no atendidas o conminatorias de salida vencidas, pero los operativos se multiplican en todos los estados y las aprehensiones no se atienen solo a las prioridades señaladas. Aun si se trata de un trabajador honrado o un padre de familia, si abre la puerta y no tiene cómo demostrar residencia legal, está expuesto a expulsión.
Este mes han sido repatriados tres mil 200 guatemaltecos, de los cuales 593 son parte de detenciones a partir del 21 de enero. Era anodino el llamado que hizo la cancillería guatemalteca al gobierno de EE. UU. para ejecutar deportaciones “en orden”, es decir de manera dosificada, pues las redadas no giran alrededor de las posibilidades, limitaciones o conveniencias de países como Guatemala. Su objetivo es exhibir el cumplimiento masivo de una promesa de campaña, aunque ello pueda entrañar ulteriores problemas de fuerza laboral en ciertos sectores.
En todo caso, la concreción de las amenazas trumpistas ha obligado a la autoridad migratoria local a instalar un centro de recepción de deportados en el Parque de la Industria. De manera tardía, el inoperante Consejo Nacional de Atención al Migrante anunció la compra de buses para facilitar el traslado de los connacionales a sus lugares de origen. En el país de los negocios a dedo, estas acciones apresuradas suenan a pretexto para fines aviesos.
Las deportaciones no empezaron el 21 de enero. En el 2024 superaron las 70 mil por año y en el 2023 fueron más de 61 mil y hasta ahora se preocupan por el transporte, a pesar de constantes quejas y, para más inri, bajas ejecuciones. El uso de aviones del ejército estadounidense cambia la logística tradicional de estos vuelos con migrantes retornados, pero lo que sí es justificada causa de polémica y rechazo es el uso de grilletes, pues se trata de personas migrantes que solo buscaban una oportunidad de trabajo para dar un mejor futuro a sus familias. No son criminales, como trata de generalizarlo la retórica imperante en agencias federales.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, intentó rechazar el aterrizaje de vuelos con deportados, precisamente para reclamar el denigrante uso de grilletes. Pero más tardó en increpar a Trump que este en ordenar restricciones de visas y amagar con una subida de aranceles a las exportaciones de dicho país a EE. UU. El desaguisado era justificado, pero al no resistir, solo implicó desgaste y mayor humillación.
La gira del secretario de Estado, Marco Rubio, primer hispano en ocupar dicho cargo, por cuatro países, incluyendo Guatemala, parece apuntar a la vieja herramienta de garrote para acallar disidencias. De hecho, su viaje empieza en Panamá, donde la amenaza de Trump de recuperar el dominio del canal fue motivo de repudio y azoro. Para Guatemala es oportunidad de reiterar su papel geoestratégico como aliado histórico de EE. UU., para gestionar la continuidad de programas de trabajo temporal agrícola y no agrícola en dicho país, así como la conveniencia para esa administración de continuar planes de cooperación en desarrollo comunitario, emprendimiento y seguridad pública, portuaria y aeroportuaria.
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Prensa Libre | Guatemala