El problema de intentar contentar a mucha gente distinta es que se suele terminar cabreando a todo el mundo. François Bayrou, primer ministro de Francia, un autoproclamado centrista radical, ha comprobado esta semana la dificultad que encarna intentar estar a buenas con los partidos del Parlamento de quienes depende la suerte de su Gobierno. Especialmente, si se encuentran en las antípodas ideológicas. Después de haber logrado el apoyo del Partido Socialista hace dos semanas para la complicada misión de aprobar el presupuesto, está a punto de perderlo por una sola palabra. O más bien, por haber asumido el lenguaje xenófobo de la ultraderecha mientras hablaba de inmigración.
El primer ministro aseguró que Francia está “sumergida” por la inmigración y aseguró que los prejuicios de los ciudadanos en esta cuestión están basados en la realidad
El problema de intentar contentar a mucha gente distinta es que se suele terminar cabreando a todo el mundo. François Bayrou, primer ministro de Francia, un autoproclamado centrista radical, ha comprobado esta semana la dificultad que encarna intentar estar a buenas con los partidos del Parlamento de quienes depende la suerte de su Gobierno. Especialmente, si se encuentran en las antípodas ideológicas. Después de haber logrado el apoyo del Partido Socialista hace dos semanas para la complicada misión de aprobar el presupuesto, está a punto de perderlo por una sola palabra. O más bien, por haber asumido el lenguaje xenófobo de la ultraderecha mientras hablaba de inmigración.
Bayrou, en una entrevista televisada el día anterior a su intervención en el Parlamento, habló de la idea de una Francia “sumergida” por la migración en la isla de Mayotte —el departamento más pobre de Francia, situado en el Índico al norte de Madagascar, y colonizado oficialmente en 1843— y en otros territorios franceses. Una expresión que suele usar el ala más dura de la derecha para hablar de un supuesto desplazamiento de las personas nacidas en un país por parte de los inmigrantes. Una inundación. “Cualquiera que se enfrente a la situación en Mayotte, y no es el único lugar de Francia, se da cuenta de que el término sumersión es el más adecuado. Porque todo un país, (…) toda una comunidad de departamentos franceses, se enfrenta a oleadas de inmigración ilegal que alcanzan el 25% de la población”, afirmó el primer ministro luego en el Parlamento.
Las declaraciones fueron una respuesta al líder de los diputados socialistas, Boris Vallaud, quien lo acusó de haber “tomado [este vocabulario] de la extrema derecha”. “No son las palabras las que resultan chocantes, [son] las realidades”, insistió Bayrou, que opinó también que los prejuicios de determinados ciudadanos hacia la inmigración están simplemente basados en la realidad.
El Partido Socialista, que se encuentra en una situación delicada al haber abandonado el bloque de izquierdas ―el Nuevo Frente Popular― para negociar con el Ejecutivo, mostró su irritación y canceló una reunión con el Gobierno para alcanzar un acuerdo para la aprobación de los presupuestos. “El interés del país es que el primer ministro retire esas palabras que hieren innecesariamente”, apuntó el diputado socialista Phillipe Brun. El Gobierno, a través de su portavoz, Sophie Primas, replicó: “Nuestra responsabilidad es sentarnos a la mesa y negociar un presupuesto. Toda la trayectoria política de Bayrou demuestra que es más bien un hombre que busca unir en lugar de dividir. La prioridad para él, para nosotros y para el Gobierno, es el presupuesto”.
No parece que los socialistas tengan intención realmente de romper las negociaciones. Y el miércoles por la mañana lanzaron que están dispuestos a reanudar las conversaciones si Bayrou rectificaba el término de “sumersión” migratoria que utilizó, especialmente en relación con Mayotte, y se comprometía a no tocar la ayuda médica estatal, según informaron representantes de la formación este miércoles.
Bayrou no ha empezado con demasiado buen pie. El 68% de los franceses considera que no es un buen primer ministro, apenas seis semanas después de su nombramiento al frente del Gobierno, según el barómetro de Odoxa, realizado por Mascaret para Public Sénat y la prensa regional. No obstante, sigue siendo más popular que el presidente de la República, Emmanuel Macron, que acumula un 73% de opiniones negativas.
Feed MRSS-S Noticias