En menos de tres días de combates y ante la caída de las defensas del régimen de Siria, el grupo salafista Hayat Tahrir al Sham (HTS) y otras organizaciones rebeldes aliadas han logrado penetrar en Alepo. Es la primera vez que fuerzas opuestas al Gobierno de Bachar el Asad ponen el pie en la segunda mayor ciudad siria desde finales de diciembre de 2016, cuando se concluyó la evacuación de los últimos reductos rebeldes alepinos, tras un asedio iniciado el año anterior con la entrada de Rusia en la guerra civil siria para apuntalar al régimen.
Más de 250 personas han muerto en los tres días más duros de combates desde 2020
En menos de tres días de combates y ante la caída de las defensas del régimen de Siria, el grupo salafista Hayat Tahrir al Sham (HTS) y otras organizaciones rebeldes aliadas han logrado penetrar en Alepo. Es la primera vez que fuerzas opuestas al Gobierno de Bachar el Asad ponen el pie en la segunda mayor ciudad siria desde finales de diciembre de 2016, cuando se concluyó la evacuación de los últimos reductos rebeldes alepinos, tras un asedio iniciado el año anterior con la entrada de Rusia en la guerra civil siria para apuntalar al régimen.
El mando de la operación bautizada como “Disuadir la Agresión” y los grupos rebeldes que participan en ella publicaron vídeos en redes sociales de milicianos penetrando en los barrios del oeste de la urbe como Nuevo Alepo, Las 3.000 Viviendas o Al Hamadaniya. En algunos de ellos se los veía visiblemente alegres por la “liberación” de Alepo y pedían a la población que les ayudase a librarse del “régimen criminal” de El Asad.
El avance de HTS y otros grupos ha sido totalmente inesperado: en menos de 72 horas han logrado mover hacia el oeste un frente que estaba prácticamente congelado desde el alto el fuego pactado por Rusia y Turquía ―valedores de ambos bandos― en 2020. Desde Idlib, reducto rebelde, han avanzado casi 20 kilómetros hasta entrar en Alepo; al sur de la ciudad, incluso, han llegado a penetrar casi 25 kilómetros en territorio del régimen afianzando el corte de la M-5, la autovía que comunica con Damasco y una línea clave para el abastecimiento del Gobierno. Y todavía más al sur, un tercer avance amenaza la ciudad de Saraqib, sobre la misma M-5. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que cuenta con informadores sobre el terreno, más de 50 localidades han sido conquistadas por los rebeldes.
Al mismo tiempo, los rebeldes han ido capturando decenas de tanques, vehículos blindados y piezas de artillería que el Ejército regular abandonaba en su precipitada huida, provocando un efecto bola de nieve en el que a medida que avanzan se convierten en una fuerza mejor armada, analiza Ömer Özkizilcik, del think tank Atlantic Council. La clave, añade este experto, es “el completo hundimiento de las líneas defensivas” del régimen y de sus aliados.
Desde 2015, la clave para que el régimen de El Asad recuperase el control de buena parte del territorio de Siria ha sido el apoyo aéreo de Rusia y, en tierra, el despliegue de milicias proiraníes, así como asesores de la Guardia Revolucionaria de Irán y militantes de la milicia Hezbolá, que según el OSDH supuestamente fueron retirados en los últimos meses para desplegarlos en Líbano ante el enfrentamiento con Israel. “Ahora está claro que Rusia e Irán están mucho más débiles de lo esperado. Rusia porque se ha redesplegado en Ucrania e Irán debido a los bombardeos israelíes. La economía del régimen [sirio] también está en una situación muy delicada, por lo que sus recursos son menores. Y los rebeldes se han preparado bien para ello”, sostiene Özkizilcik.
Varias fuentes, incluido el OSDH, sostienen que la ofensiva se llevaba preparando desde hace tres meses y que Turquía la ha detenido hasta ahora. Ankara es la principal valedora y sostén del Ejército Nacional Sirio, formado por facciones antaño adscritas al Ejército Sirio Libre, y que actualmente participan en la ofensiva “Disuadir la Agresión”. Sin un apoyo tácito o cuando menos la aquiescencia de las autoridades turcas, es impensable que estas facciones se hubieran unido a la ofensiva de HTS, antigua filial de Al Qaeda en Siria, según estas fuentes.
Con todo, el Ejército regular sirio asegura que sus fuerzas “continúan haciendo frente al gran ataque lanzado por las organizaciones terroristas”, a las que aseguran haber causado “grandes pérdidas”, que cifran en “cientos de muertos y heridos” así como la destrucción de numerosos vehículos y drones. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha denunciado este viernes la ofensiva como un “ataque a la soberanía” siria y ha manifestado su esperanza de que el régimen de El Asad recupere pronto el control de la zona perdida.
Según el OSDH, han fallecido al menos 231 combatientes: 144 de las fuerzas rebeldes y 87 soldados sirios y miembros de milicias proiraníes. Y los combates están siendo muy duros en el interior de Alepo, donde HTS se abrió paso con el uso de vehículos-bomba conducidos por suicidas, ataques de drones y artillería. Según la agencia de noticias oficial siria SANA, cuatro civiles murieron en un ataque de artillería de los rebeldes que alcanzó una residencia de estudiantes de la ciudad universitaria. David Carden, de la oficina de coordinación humanitaria de la ONU para Siria, afirmó que al menos se han registrado 27 muertos civiles y recordó que “los civiles y las infraestructuras civiles no son objetivos y están protegidos por la legislación internacional”. La mayoría de las muertes de civiles se han producido en bombardeos de Rusia y el régimen sirio a localidades bajo control rebelde: el jueves hubo unos 60 ataques aéreos y el viernes al menos 23.
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