Las complejas relaciones entre Francia y Argelia, su antigua colonia, viven un pico de tensión tras la expulsión de 12 funcionarios de la Embajada francesa en Argel, a los que se ha dado 24 horas para abandonar el territorio. Lo denunció el ministro de Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, quien precisamente viajó al país norteafricano hace una semana para intentar rebajar la escalada de los últimos meses, provocada sobre todo por el tema migratorio. El ministro ha advertido de que, si no hay una rectificación, París responderá.
París anuncia una “respuesta inmediata” al Gobierno argelino, que no confirma las expulsiones, tras meses de tensiones alimentadas por las deportaciones de inmigrantes en situación irregular
Las complejas relaciones entre Francia y Argelia, su antigua colonia, viven un pico de tensión tras la expulsión de 12 funcionarios de la Embajada francesa en Argel, a los que se ha dado 24 horas para abandonar el territorio. Lo denunció el ministro de Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, quien precisamente viajó al país norteafricano hace una semana para intentar rebajar la escalada de los últimos meses, provocada sobre todo por el tema migratorio. El ministro ha advertido de que, si no hay una rectificación, París responderá.
Barrot explicó que la expulsión del personal diplomático, que Argelia no ha confirmado, se produjo en respuesta a la detención el pasado viernes de tres ciudadanos argelinos, uno de ellos funcionario en el consulado de su país en Francia. La Fiscalía francesa los acusa de haber participado en el secuestro del influencer Amir Boukhors, conocido como Amir DZ y crítico con el régimen, en abril del año pasado en París.
La decisión de sacar de Argelia a los funcionarios franceses “es injustificada y no tiene ninguna relación con los arrestos de estas tres personas”, aclaró el ministro. “Si la decisión se mantiene, no tendremos otra opción que responder”, añadió. El ministro de Justicia, Gérald Darmanin, tenía previsto viajar a Argel en las próximas semanas para reconducir las maltrechas relaciones bilaterales.
Las crisis entre París y su excolonia son cíclicas y este nuevo choque diplomático se produce tras semanas de acusaciones, de un lado y de otro, en uno de esos picos de reproches recíprocos. Se remonta a julio de 2024, cuando el presidente, Emmanuel Macron, se posicionó a favor de la soberanía de Marruecos en el Sáhara occidental, algo que no sentó bien a Argel, que apoya la independencia de los saharauis defendida por el Frente Polisario.
En noviembre llegó la detención del escritor francoargelino Boualem Sansal, uno de los más traducidos en lengua francesa y al que se concedió la ciudadanía el año pasado. Fue arrestado por unas declaraciones a la prensa que el Gobierno argelino consideró un atentado a su soberanía territorial. Hace dos semanas fue condenado a cinco años de cárcel, lo que provocó revuelo político y enfrió más las relaciones.
Las críticas más duras han sido vertidas por el ministro del Interior francés, Bruno Retailleau, que acusa a Argelia de no aceptar a los inmigrantes con orden de expulsión que París les devuelve, y denunció que el Gobierno del país “quiere humillar a los franceses”. Fue tras el atentado hace dos meses en la ciudad francesa de Mulhouse, perpetrado por un argelino en situación irregular al que París había intentado expulsar hasta 14 veces y al que Argel había rechazado.
Tras el ataque de Mulhouse, el primer ministro, François Bayrou, anunció que Francia reexaminaría los acuerdos bilaterales que se firmaron en 1968, tras la independencia de Argelia, con el objetivo de controlar los flujos migratorios. Estos pactos facilitaban la instalación en Francia de ciudadanos argelinos mediante la concesión de visados.
Ante la creciente escalada y en un intento de encauzar las relaciones diplomáticas, Macron habló con el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, y Jean-Noël Barrot viajó a Argel para reunirse con su homólogo. Entonces, el titular de Exteriores dijo que ambos países habían acordado pasar página y anunció que se reanudaría la colaboración entre sus respectivos servicios de inteligencia. Una tregua que se selló con una foto y que ha durado apenas una semana.
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