Hombres de valor

Familias en paz

Hombres de valor

Cuando busquemos honrar a Dios en todos nuestros proyectos, entonces habremos encontrado un significado verdadero para nuestra vida.


Foto:

Generalmente, al terminar un año e iniciar otro, hacemos un balance de nuestros logros y fracasos. Es un buen ejercicio, siendo conscientes de que tanto el éxito como el fracaso prueban nuestro carácter. Si el resultado fue positivo, podría generar exceso de confianza, porque el éxito es engañoso y pasajero, hacernos creer que no hay nada que cambiar, que no hay puntos de mejora; pero la realidad es que todos tenemos aspectos por mejorar, necesitamos quizás un cambio de actitud, una nueva perspectiva.

Si el resultado es negativo, de frustración, fracaso o dolor porque no alcanzaste tus metas, perdiste el trabajo, tuviste una pérdida financiera, fracasaste en una relación o perdiste a un ser amado, te invito a encontrar las lecciones implícitas que encontramos al tocar fondo, y saber enfrentar y superar las situaciones difíciles como lo hizo el rey David cuando, al estar en la guerra, su comunidad fue arrasada por sus enemigos, quienes llevaron cautivos a su esposa e hijos. La forma en que enfrentó este doloroso episodio nos da las siguientes lecciones.

Primera: tómate el tiempo para llorar tus derrotas y aprende de ellas. David y sus amigos lloraron hasta que les faltaron las fuerzas. Solo cuando hemos asimilado el fracaso podemos identificar nuestros errores y corregirlos. La mayoría de veces fracasamos por creernos autosuficientes, por no escuchar consejo, por no actuar de manera correcta, porque dejamos de hacer lo importante por enfocarnos en lo urgente, o simplemente porque nos enfocamos únicamente en las cosas materiales.

“Intenta no volverte un hombre de éxito, sino volverte un hombre de valor”. Albert Einstein

Segunda: haz un plan de acción. De nada sirve reconocer los errores si no hacemos nada por enmendarlos. Se necesitan definir estrategias y planes de acción para cambiar la manera en que hicimos las cosas. Todo cambio para mejorar implica esfuerzo y disciplina.

Tercera: revisa tus motivaciones. Nuestras acciones son guiadas por nuestras motivaciones, es el motor que nos impulsa a actuar. ¿Qué es lo que te mueve cada día a levantarte e iniciar la jornada? Cuando las motivaciones son correctas, entonces tendremos la disciplina necesaria para ser fieles a nuestros valores y compromisos.

Si nuestra motivación es alcanzar el éxito material, puede que nunca lleguemos a estar satisfechos, pero si incluye elementos que trascienden el materialismo y el egoísmo buscando ser mejores esposos, mejores padres, mejores amigos, mejores trabajadores, y lo más importante ser mejores hijos de Dios, entonces tendremos motivos superiores para levantarnos cada día e iniciar la jornada. David se levantó para luchar por lo que más amaba: rescatar a su familia.

Cuarta: busca hacer siempre la voluntad de Dios. Una de las virtudes del rey David fue la de reconocer que en cada decisión siempre necesitaba del consejo divino, tanto en los momentos de éxito como de fracaso.

El aspecto espiritual es fundamental para el ser humano, y a menudo lo consideramos como algo irrelevante. He conocido personas que, a pesar de haber alcanzado algún éxito material (una profesión, éxito económico, prosperidad material, una posición, etc.), sienten un vacío interior. Olvidan que el ser humano solo puede estar completo cuando tiene una relación diaria con Dios por medio de Jesús, no como una práctica religiosa, sino como una vivencia diaria que guía nuestra forma de pensar y actuar.
Cuando busquemos honrar a Dios en todos nuestros proyectos, entonces habremos encontrado un significado verdadero para nuestra vida. Es por eso que a la fe debes agregar virtud, acción y motivaciones correctas.
No intentes ser un hombre de éxito, sino de valor. Feliz año 2025.

 Cuando busquemos honrar a Dios en todos nuestros proyectos, entonces habremos encontrado un significado verdadero para nuestra vida.  

Familias en paz

Hombres de valor

Cuando busquemos honrar a Dios en todos nuestros proyectos, entonces habremos encontrado un significado verdadero para nuestra vida.

Generalmente, al terminar un año e iniciar otro, hacemos un balance de nuestros logros y fracasos. Es un buen ejercicio, siendo conscientes de que tanto el éxito como el fracaso prueban nuestro carácter. Si el resultado fue positivo, podría generar exceso de confianza, porque el éxito es engañoso y pasajero, hacernos creer que no hay nada que cambiar, que no hay puntos de mejora; pero la realidad es que todos tenemos aspectos por mejorar, necesitamos quizás un cambio de actitud, una nueva perspectiva.

Si el resultado es negativo, de frustración, fracaso o dolor porque no alcanzaste tus metas, perdiste el trabajo, tuviste una pérdida financiera, fracasaste en una relación o perdiste a un ser amado, te invito a encontrar las lecciones implícitas que encontramos al tocar fondo, y saber enfrentar y superar las situaciones difíciles como lo hizo el rey David cuando, al estar en la guerra, su comunidad fue arrasada por sus enemigos, quienes llevaron cautivos a su esposa e hijos. La forma en que enfrentó este doloroso episodio nos da las siguientes lecciones.

Primera: tómate el tiempo para llorar tus derrotas y aprende de ellas. David y sus amigos lloraron hasta que les faltaron las fuerzas. Solo cuando hemos asimilado el fracaso podemos identificar nuestros errores y corregirlos. La mayoría de veces fracasamos por creernos autosuficientes, por no escuchar consejo, por no actuar de manera correcta, porque dejamos de hacer lo importante por enfocarnos en lo urgente, o simplemente porque nos enfocamos únicamente en las cosas materiales.

“Intenta no volverte un hombre de éxito, sino volverte un hombre de valor”. Albert Einstein

Segunda: haz un plan de acción. De nada sirve reconocer los errores si no hacemos nada por enmendarlos. Se necesitan definir estrategias y planes de acción para cambiar la manera en que hicimos las cosas. Todo cambio para mejorar implica esfuerzo y disciplina.

Tercera: revisa tus motivaciones. Nuestras acciones son guiadas por nuestras motivaciones, es el motor que nos impulsa a actuar. ¿Qué es lo que te mueve cada día a levantarte e iniciar la jornada? Cuando las motivaciones son correctas, entonces tendremos la disciplina necesaria para ser fieles a nuestros valores y compromisos.

Si nuestra motivación es alcanzar el éxito material, puede que nunca lleguemos a estar satisfechos, pero si incluye elementos que trascienden el materialismo y el egoísmo buscando ser mejores esposos, mejores padres, mejores amigos, mejores trabajadores, y lo más importante ser mejores hijos de Dios, entonces tendremos motivos superiores para levantarnos cada día e iniciar la jornada. David se levantó para luchar por lo que más amaba: rescatar a su familia.

Cuarta: busca hacer siempre la voluntad de Dios. Una de las virtudes del rey David fue la de reconocer que en cada decisión siempre necesitaba del consejo divino, tanto en los momentos de éxito como de fracaso.

El aspecto espiritual es fundamental para el ser humano, y a menudo lo consideramos como algo irrelevante. He conocido personas que, a pesar de haber alcanzado algún éxito material (una profesión, éxito económico, prosperidad material, una posición, etc.), sienten un vacío interior. Olvidan que el ser humano solo puede estar completo cuando tiene una relación diaria con Dios por medio de Jesús, no como una práctica religiosa, sino como una vivencia diaria que guía nuestra forma de pensar y actuar.
Cuando busquemos honrar a Dios en todos nuestros proyectos, entonces habremos encontrado un significado verdadero para nuestra vida. Es por eso que a la fe debes agregar virtud, acción y motivaciones correctas.
No intentes ser un hombre de éxito, sino de valor. Feliz año 2025.

ESCRITO POR:

 Prensa Libre | Guatemala

Te puede interesar