Tras semanas de durísimos ataques contra Teresa Ribera para tapar la gestión regional de la dana de Valencia, el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo votó este miércoles en el Parlamento Europeo contra toda la Comisión Europea, como gesto de rechazo al nombramiento de la socialista española como número dos de ese Ejecutivo. La decisión, tras días de amagar con el rechazo, es sobre todo simbólica, pero muy representativa de su posición en Europa. El nuevo Ejecutivo comunitario, el más conservador en décadas, con 14 comisarios del Partido Popular Europeo (PPE), salió adelante con una ajustada mayoría de 370 votos a favor de un total de 688 emitidos. No se sumaron los 21 votos de los populares españoles (el grupo lo forman 22 miembros, pero no participó el eurodiputado Pablo Arias), la segunda delegación más numerosa en el PPE tras los alemanes. Ese rechazo contribuyó en parte a que la mayoría fuese más ajustada de lo previsto.
El nuevo Ejecutivo comunitario salió adelante con una mayoría más ajustada de lo previsto, debido en parte al rechazo de los populares españoles a un colegio de comisarios que incluye a la socialista Teresa Ribera
Tras semanas de durísimos ataques contra Teresa Ribera para tapar la gestión regional de la dana de Valencia, el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo votó este miércoles en el Parlamento Europeo contra toda la Comisión Europea, como gesto de rechazo al nombramiento de la socialista española como número dos de ese Ejecutivo. La decisión, tras días de amagar con el rechazo, es sobre todo simbólica, pero muy representativa de su posición en Europa. El nuevo Ejecutivo comunitario, el más conservador en décadas, con 14 comisarios del Partido Popular Europeo (PPE), salió adelante con una ajustada mayoría de 370 votos a favor de un total de 688 emitidos. No se sumaron los 21 votos de los populares españoles (el grupo lo forman 22 miembros, pero no participó el eurodiputado Pablo Arias), la segunda delegación más numerosa en el PPE tras los alemanes. Ese rechazo contribuyó en parte a que la mayoría fuese más ajustada de lo previsto.
Lejos de hablar de aislamiento dentro de su familia política (también los eslovenos han desertado del voto común conservador), la que comparten con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, el PP asegura que ha actuado por “responsabilidad”. “Nos mantenemos firmes diciendo sí a la Comisión y no a Teresa Ribera por principios, lealtad y justicia”, ha lanzado la eurodiputada popular Dolors Montserrat durante el debate en la Eurocámara, en otro ejercicio de malabarismo político verbal.
El PP de Feijóo rechazó desde el primer momento la designación de la socialista por parte del presidente español, Pedro Sánchez. Ribera ha sido hasta hace unos días la vicepresidenta tercera del Gobierno de España. También para algunos de sus compañeros conservadores europeos, Ribera, de 55 años y muy conocida en Bruselas, tenía un perfil demasiado verde. El PPE, junto a los ultras, lanzó críticas contra Ribera por su agenda ambiental y por su falta de experiencia en los temas de competencia, que también asumirá. Pero diez días después de la dana que asoló parte de la Comunidad Valenciana y que ha puesto contra las cuerdas al president popular de la región, Carlos Mazón, el PP empezó a lanzar ataques contra la entonces ministra de Transición Ecológica por la gestión de las inundaciones. A tres días de su audiencia en la Eurocámara para examinarse con las comisiones encargadas de los temas asignados a sus carteras, los de Feijóo exigieron su sustitución y aseguraron que llegarían hasta el final para descabalgarla de la Comisión Europea.
Contaron con el apoyo del presidente del PPE y del grupo popular en la Eurocámara, Manfred Weber, que maniobró con los españoles para retrasar la votación de confirmación de Ribera. Así lo acordó con Feijóo en una reunión por videoconferencia —con los eurodiputados Dolors Montserrat y Esteban González Pons presentes también— un día antes de la comparecencia en el Parlamento Europeo de Ribera, pese a que los conservadores europeos aseguraban que todo dependía de esa audiencia. El objetivo en realidad era desgastar a la vicepresidenta y también a Sánchez.
Weber dinamitó así, tras su acuerdo con Feijóo, el pacto que había alcanzado con socialdemócratas y liberales para evaluar poco después de las audiencias a los seis vicepresidentes que quedaban pendientes (entre ellos, Ribera). Estos remarcaron que no apoyarían al vicepresidente italiano, Raffaele Fitto, designado por la ultraderechista Giorgia Meloni ni —de manera colateral, porque no entraba en el paquete de evaluación y se quedó para el final— al comisario húngaro, Olivér Varhelyi, aliado del primer ministro nacionalpopulista Viktor Orbán. El bloqueo de la Comisión Europea cristalizó y las instituciones comunitarias se adentraron en la incertidumbre. Weber aseguró que no se moverían hasta que la española, contrapeso socialdemócrata en una comisión muy derechizada, compareciera en el Congreso para hablar de la dana. Lo hizo a petición propia una semana después.
Antes, su audiencia ante el Parlamento Europeo en Bruselas el pasado 12 de noviembre fue dura. Los eurodiputados populares españoles y algunos europeos se unieron a los ultras con durísimos ataques a la elegida por Von der Leyen como número dos. Dolors Montserrat (PP) llegó a ondear el fantasma de una posible causa judicial contra Ribera por la dana —organizaciones de ultraderecha la han denunciado—. “Teresa Ribera ha desaparecido de España en lo peor de una tragedia que se llevó la vida de 220 europeos. Ha sido la vicepresidenta de un Gobierno que señala a jueces, intenta silenciar a la prensa crítica, utiliza un fiscal general imputado por el Tribunal Supremo por maniobrar políticamente contra una presidenta regional y está envuelto en un escándalo de corrupción que afecta a 11 ministerios, entre ellos el de Teresa Ribera”, aseguró.
Los populares españoles no lograron, pese a todo, frenar su aprobación individual por la Eurocámara, que se produjo el 20 de noviembre. Manfred Weber finalmente terminó por desautorizar a Feijóo. Y este miércoles han mostrado su rechazo con su voto, después de días de amagar entre hacerlo en contra o abstenerse. “Prefiero perder una votación que mis principios”, ha dicho Montserrat en las redes sociales. Fuentes europeas coinciden en que el PP ha votado contra la nueva Comisión de Von der Leyen no solo por su rechazo a la número dos, sino también ante el posible avance en España del partido ultra Vox, muy crítico con la gestión de la alemana y que ha echado en cara varias veces a los conservadores españoles su apoyo a la jefa del Ejecutivo comunitario. Es posible que el voto en contra a la Comisión Europea tenga un coste para el PP, avisan las mismas fuentes, que alertan de que puede tener dificultades para cuadrar y mover los temas ahora en algunos niveles del nuevo colegio de comisarios.
La batalla del PP español —que en julio sí apoyó la reelección para un segundo mandato de la política alemana, al igual que algunos socialdemócratas alemanes, que ahora han votado en contra como rechazo a los arreglos con la ultraderecha— contra Ribera ha terminado por alcanzar a Von der Leyen. También ha salpicado al presidente del PPE, el alemán Manfred Weber, que amparó durante dos semanas a Feijóo en sus maniobras y que ha visto cómo el apoyo a su compañera de partido y compatriota se ha visto reducido en una Eurocámara extremadamente polarizada y ante una parte del centro y de la izquierda que no han aceptado el acercamiento de los conservadores a la ultraderecha de la familia política de Giorgia Meloni, los Reformistas y Conservadores Europeos (ECR).
“[Los populares españoles] se han retratado”, ha remarcado tras la votación la vicepresidenta Teresa Ribera. “Han dejado claro que se quedan solos junto con algunos de los grupos de ultraderecha de este Parlamento”, ha añadido en Estrasburgo la española, que ha asegurado que ha recibido “muestras de cariño” de todas las fuerzas políticas tras el ruido del PP.
El voto en contra del partido de Feijóo apunta la tendencia cada vez más frecuente de llevar a las instituciones europeas la política nacional y la crispación del Congreso español. La campaña popular contra Ribera no se ha basado en sus cualidades técnicas ni profesionales para ser vicepresidenta de Transición Limpia, Justa y Competitiva y encargada de Competencia, sino en elementos políticos contra el Gobierno de Pedro Sánchez.
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