Mahmoud al Shafi ha pasado los días con su esposa y sus cuatro hijos en su apartamento en el campamento de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza. Como tantas otras familias gazatíes, se enfrentan a condiciones humanitarias extremas y viven con miedo a los ataques israelíes. Pero otro temor ha mantenido a Al Shafi, de 33 años, en casa. Después de haber impulsado las recientes protestas para exigir que la milicia Hamás renuncie al poder, con la esperanza de acabar así con la guerra, teme ser arrestado por las fuerzas de seguridad del movimiento islamista. Dice que lo han convocado para interrogarlo, pero que se ha negado a cumplir esa orden, por lo que han pasado a amenazarlo.
Las manifestaciones, las primeras contra el movimiento islamista en 16 meses de guerra, surgen de la desesperación por el hambre, las muertes y la destrucción. Dividen a la población entre sus defensores y los que creen que ayudan al agresor
Mahmoud al Shafi ha pasado los días con su esposa y sus cuatro hijos en su apartamento en el campamento de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza. Como tantas otras familias gazatíes, se enfrentan a condiciones humanitarias extremas y viven con miedo a los ataques israelíes. Pero otro temor ha mantenido a Al Shafi, de 33 años, en casa. Después de haber impulsado las recientes protestas para exigir que la milicia Hamás renuncie al poder, con la esperanza de acabar así con la guerra, teme ser arrestado por las fuerzas de seguridad del movimiento islamista. Dice que lo han convocado para interrogarlo, pero que se ha negado a cumplir esa orden, por lo que han pasado a amenazarlo.
Por primera vez desde el 7 de octubre de 2023, cuando comenzó la guerra, grupos de decenas de gazatíes han salido a las calles en varias ocasiones exigiendo que la milicia deje el poder. En la tarde del 2 de abril, cientos de personas se reunieron en Beit Lahia (norte de Gaza) al grito de “¡fuera, fuera, fuera toda Hamás!”. En estos 16 meses de guerra, que comenzó con una matanza de Hamás de 1.200 israelíes, más de 50.000 personas han muerto en Gaza. Ahora, las primeras protestas contra Hamás han desencadenado reacciones encontradas entre los que simpatizan con ellas y quienes acusan a los participantes de tomar partido por Israel.
Mientras algunos argumentan que las protestas son una reacción espontánea a la devastación, otros creen que están siendo manipuladas. El analista Eyad al Qara explica que las manifestaciones fueron inicialmente espontáneas, pero luego han sido aprovechadas por Fatah, el grupo político con sede en Ramala cuya rivalidad con Hamás por el poder ha llevado a profundas divisiones entre los palestinos, así como por actores externos que buscan desacreditar al grupo islamista.
Al Shafi insiste en que su impulso para participar en las protestas fue la preocupación por la situación humanitaria, no la política: “El objetivo era doble: en primer lugar, exigir el fin de la agresión y el genocidio de nuestro pueblo por parte de Israel, y en segundo lugar, instar a Hamás a dejar de gobernar Gaza”. Asegura que “Hamás ha fracasado en la gestión de la guerra. Ha abandonado a su pueblo, dejándolo a su suerte. Y el ataque del 7 de octubre fue una apuesta temeraria que llevó a la destrucción de Gaza”.
Las protestas, que se extendieron desde Beit Lahia hasta el centro de Gaza, llegaron tras semanas de un bloqueo completo de la ayuda humanitaria impuesto por Israel, y días después de la reanudación de los bombardeos aéreos sobre la Franja el 18 de marzo.
Al Shafi reconoce los objetivos de liberación y resistencia de Hamás, pero critica su toma de decisiones. “Emprender semejante operación [los ataques del 7 de octubre de 2023] cuando la dinámica palestina, árabe e internacional era débil, fue un grave error de cálculo”, afirma.

“Israel es el principal agresor, todo el mundo está de acuerdo en eso”, dice Al Shafi. “Pero enfrentarse a los aviones F-35 con palos no es racional”, dice, en alusión al momento del asesinato del líder de Hamás Yahia Sinwar en octubre de 2024 por un dron israelí, al que este respondió lanzándole una estaca. “Nuestro pueblo ha construido su lucha paso a paso desde la Nakba. Es irresponsable ponerlo en la línea de fuego contra un ejército tan brutal”, continuó este palestino al referirse a la creación del Estado de Israel en 1948, de la que parten las aflicciones palestinas de apatridia y desplazamientos de la población.
Al Shafi, cuya participación en protestas contra Hamás en 2019 le costó ser detenido y torturado durante seis días por las fuerzas de seguridad del grupo, publicó en Facebook: “Nos negamos a morir. Mañana iré a la plaza de Nuseirat con mis hijos”. Dice que su mensaje iba dirigido principalmente a Israel. Para su sorpresa, decenas de ancianos, activistas y líderes de la sociedad civil se unieron a él y resonaron cantos contra el Gobierno de Hamás. Al día siguiente, el número de asistentes disminuyó, pero la exigencia del fin de la guerra y del Gobierno de Hamás siguió firme.
Después de una pausa de varios días, los manifestantes volvieron a las calles, pidiendo que Hamás entregue el Gobierno a la Autoridad Palestina o a la Liga Árabe para salvar Gaza.
Punto de ruptura
El profesor Hassan Abujarad, presidente de la Universidad de Gaza, ve en estas protestas un punto de inflexión. “Los habitantes de Gaza han pasado por un sufrimiento insoportable mientras el mundo permanecía en silencio. Después de meses de paciencia, no han tenido más remedio que actuar”, dice.
“Lo que está sucediendo en Gaza no tiene precedentes en la historia: masacre, destrucción, niños despedazados ante los ojos de sus padres. La gente se ha movilizado por pura desesperación, no por motivos políticos”. Abujarad, que ha participado en estas protestas, insiste en que el mensaje es claro: a Israel, que la guerra debe terminar; a Hamás, que debe dimitir; y al mundo, que Gaza merece vivir y reconstruirse.
“Hamás debe liberar a los rehenes israelíes”, argumenta. “Están justificando la destrucción continuada de Gaza por parte de Israel. La gente estuvo con Hamás durante la guerra, pero ahora no pueden soportarlo más”, afirma el profesor Abujarad, quien agrega que estas protestas son un momento perfecto para que Hamás renuncie a su control. “La mejor salida para Hamás es declarar: ‘Respetamos la voluntad del pueblo, entregaremos el Gobierno y volveremos a ser un movimiento de resistencia dentro de la Organización de Liberación de Palestina”, continúa.
Abujarad también señala que estas protestas, aunque criticadas por los partidarios de Hamás, suponen un desafío significativo para Israel. “Este movimiento desmiente la afirmación de Israel de que toda Gaza apoya a Hamás. Demuestra que los habitantes de Gaza quieren paz y un futuro, no una guerra sin fin”, concluye.
Las divisiones internas y la respuesta de Hamás
“Algunos de los manifestantes creen sinceramente que Hamás podría haber hecho más para detener la guerra, pero otros han aprovechado las protestas para impulsar una agenda partidista”, afirma el analista Eyad al Qara. “Israel y ciertos Estados árabes también los han utilizado para incitar contra Hamás”.
Según Al Shafi y otros manifestantes, Hamás no tolera la disidencia. Varios denuncian que han sido amenazados y detenidos. El secuestro, tortura y asesinato de Uday al Rubaee, de 22 años, el 28 de marzo, también es atribuido por su familia a las Brigadas Al Qassam, brazo militar de Hamás.
Pese a reconocer el aumento de la represión, Al Qara descarta la posibilidad de un conflicto interno. “Todo el mundo en Gaza está enfrentando la muerte”, dice. “La gente entiende los peligros de las luchas internas”.
Pero el analista Mohammed Diab advierte de que si Hamás continúa respondiendo con la fuerza, las protestas podrían volverse violentas. “Las condiciones para una explosión están todas ahí: las muertes incesantes, la destrucción y la creencia de que Hamás no ha hecho lo suficiente para proteger a los civiles”, dice. “Si Hamás responde a estas protestas con violencia, podríamos asistir al inicio de un conflicto interno”.
Diab señala que, a pesar de sus pérdidas, Hamás sigue manteniendo el control. “Su aparato de seguridad está debilitado, pero intacto. Sin embargo, su respuesta ha sido desastrosa: alienar a las mismas personas que han soportado la guerra a su lado”. Advierte al grupo islamista contra nuevas medidas represivas. “Demonizar y reprimir a los manifestantes solo alimentará más la ira. La gente se muere de hambre, pierde la esperanza, y cuando eso sucede, se vuelve impredecible”.
Al Shafi solo quiere que su familia e hijos salgan vivos de esta guerra: “También queremos que nos escuchen, si no el mundo, entonces al menos nuestra propia gente”, pide.
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