Una gran mayoría de ciudadanos de Rumania se preguntaba este lunes quién es realmente Calin Georgescu, el flamante ganador de la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el domingo, en las que acumuló más de dos millones de votos, un 22,95% del electorado. La pregunta a la que buscan respuesta es cómo este populista de extrema derecha afín a Rusia, una persona apenas conocida y que amenaza la senda occidental del país, ha podido obtener tanto respaldo sin el apoyo de ningún partido. Pero, pese a su sorprendente victoria el domingo, el candidato independiente tiene por delante una ardua carrera para llegar a la jefatura del Estado.
El sexto país más poblado de la UE se pregunta cómo este desconocido dirigente ultraderechista, que no contaba con el apoyo de ningún partido, ha vencido en la primera vuelta de las presidenciales
Una gran mayoría de ciudadanos de Rumania se preguntaba este lunes quién es realmente Calin Georgescu, el flamante ganador de la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el domingo, en las que acumuló más de dos millones de votos, un 22,95% del electorado. La pregunta a la que buscan respuesta es cómo este populista de extrema derecha afín a Rusia, una persona apenas conocida y que amenaza la senda occidental del país, ha podido obtener tanto respaldo sin el apoyo de ningún partido. Pero, pese a su sorprendente victoria el domingo, el candidato independiente tiene por delante una ardua carrera para llegar a la jefatura del Estado.
El vencedor de la primera vuelta en las elecciones del sexto país más poblado de la Unión Europea tiene un discurso antisemita, antioccidental y nacionalista y a menudo ha hecho apología del Kremlin, con el argumento de que la mejor oportunidad de Rumania pasa por aprovechar la “sabiduría rusa”. Defiende que la UE y la OTAN no representan adecuadamente los intereses del país y recalca que la invasión a manos del Kremlin de Ucrania, país con el que comparte 650 kilómetros de frontera terrestre, ha sido manipulada por empresas militares estadounidenses. Además, ensalza al presidente Vladímir Putin como “un hombre que ama a su país”.
En un debate electoral en el canal Digi24, no pudo verbalizar si es admirador de Putin, aunque los moderadores insistieron en que respondiera con un sí o un no. Visiblemente enojado, solo dijo que le hacen esta pregunta con demasiada frecuencia. Georgescu también se declara admirador del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, de quien asegura que sabe cómo negociar con el resto de líderes internacionales.
Georgescu se enfrentará en la segunda vuelta a Elena Lasconi, una antigua periodista de centroderecha. Lasconi desbancó a primera hora de la mañana del lunes, gracias a los votos de la diáspora, al primer ministro, el socialdemócrata Marcel Ciolacu, considerado el favorito por las encuestas. El duelo entre Georgescu, de 62 años, y Lasconi, de 52, se decidirá el próximo 8 de diciembre, una semana después de que se celebren las elecciones legislativas.
Las encuestas no anticiparon el fulgurante ascenso de Georgescu. El éxito de su estrategia de comunicación se debe en gran medida a su campaña en TikTok, la red social china que capta sobre todo a los jóvenes. Todavía es pronto para analizar un fenómeno que nadie vio venir, pero los expertos consultados apuntan a esa presencia en las redes sociales como un factor clave. Se desconoce, por ejemplo, con cuántos recursos ha dispuesto Georgescu para promoverse en esas plataformas.
Un análisis publicado por el portal de noticias g4media.ro apuntó que su popularidad en la plataforma aumentó gracias al enorme número de etiquetas con su nombre que aparecían en publicaciones sobre la primera vuelta electoral. El perfil de TikTok de Georgescu, que supera los 65.000 seguidores y los 1,3 millones de me gusta, consiguió en la última semana de campaña 30.000 nuevos simpatizantes. El clip que anuncia su candidatura pasó de 500.000 a más de 800.000 visitas.
TikTok es también el canal favorito de Diana Șosoaca, eurodiputada y líder del partido extremista S.O.S. Rumania, que tiene en común con Georgescu una narrativa contra Ucrania, la UE y la OTAN. El Tribunal Supremo invalidó la candidatura de la ultraderechista sin explicar los motivos, pero los medios rumanos alegan que fue por poner en peligro la seguridad nacional.
Georgescu recoge el enfado de muchos electores con los partidos tradicionales. “Sin políticos que se comporten como líderes unificadores, la gente buscará salvadores”, afirma el sociólogo Gelu Duminica. “Durante demasiados años, los partidos democráticos se han distanciado de la agenda del ciudadano común, que se siente cada vez más abandonado”, añade este profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Bucarest, quien subraya que los ataques entre la clase política han alejado aún más al electorado de los candidatos tradicionales.
Expulsado de un partido ultra
Georgescu fue propuesto hasta cinco veces para el cargo de primer ministro en la década pasada. La Federación “Sociedad Civil Rumana” (organización que felicitó a Rusia por la anexión de Crimea) y la ultraderechista AUR lo presentaron en 2016 y 2020, respectivamente. Aunque llegó a ser presidente honorario de este último partido, acabó siendo expulsado por sus ideas radicales y tras acusar a su líder, George Simion, de “apoyar en secreto al Partido Socialdemócrata”.
Nacido el 26 de marzo de 1962 en Bucarest, Georgescu estudió en el Instituto de Agronomía y trabajó durante 17 años en la ONU en materia de conservación ambiental. Tiene un hijo con Cristela Georgescu quien, en su página web, se describe a sí misma como “educadora naturista, con 20 años de experiencia personal directa en el campo de la salud natural con la ayuda de la nutrición integral, la apifitoterapia, Gemoterapia, desintoxicación regenerativa, iridología clínica, biorresonancia y técnicas de liberación emocional”.
Georgescu tiene una narrativa nacionalista, según la cual rechaza la presencia de empresas extranjeras en el país que exploten los recursos rumanos, un mensaje que recuerda a los que difundía el dictador comunista Nicolae Ceausescu. En una intervención televisada, elogió al legionario rumano Corneliu Zelea Codreanu y al mariscal Ion Antonescu, quien empujó a Rumania a aliarse con la Alemania nazi en la II Guerra Mundial, al calificarlos como héroes de la nación rumana. Estas declaraciones desataron reproches de la comunidad judía e historiadores, mientras que la Fiscalía General abrió una causa penal en su contra por promover supuestamente el culto a personas culpables de genocidio y crímenes de guerra.
El historiador austriaco Oliver Jens Schmitt advirtió ya en 2022 de su peligrosidad al medio Spotmedia. “Subestimado por la opinión pública, pero muy presente en los círculos provinciales, está el autoproclamado líder del Movimiento por las Tierras Ancestrales, Calin Georgescu. Se pone en escena con un claro lenguaje neolegionario; incluso imita la forma pausada de hablar de Codreanu; su movimiento utiliza claramente simbolismo neolegionario, como el color verde, y se distingue por estrategias legionarias, como los campamentos que se ven en los medios”, aseguró Schmitt, autor de varios libros y estudios sobre la extrema derecha rumana de entreguerras.
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