Altercados en el TSE lesionan a institución
Fue lamentable ver a magistrados, suplentes pero al fin magistrados, escenificar el berrinche de sentarse en la audiencia y no en la mesa.
Foto:
Institución fundacional de la democracia guatemalteca, cuya creación antecedió incluso a la Asamblea Nacional Constituyente que emitió la Carta Magna vigente, el Tribunal Supremo Electoral, se encuentra atrapado entre un largo proceso del Ministerio Público contra cuatro de sus magistrados titulares por la supuesta compra sobrevalorada de un sistema digital de resultados preliminares y la pugna entre magistrados suplentes y la única titular, Blanca Alfaro, quienes protagonizaron un altercado ayer en presencia de fiscales de partidos.
Los magistrados titulares están suspendidos de sus cargos desde el 5 de abril de 2024, por orden de la Sala Primera de Apelaciones. La pesquisa de la Fiscalía lleva ya más de un año —pues la inmunidad les fue retirada el 2 de diciembre de 2023, con votos de la alianza oficialista recién derrotada en los comicios—. Todavía no hay juicio y menos aún una sentencia firme. Hasta la propia CC avaló en julio y septiembre de 2024 la suspensión, aunque en el segundo fallo el magistrado Rony López razonó su voto en contra, señalando violación del debido proceso y daño a la institucionalidad.
El juez Érick García levantó el 10 de enero la suspensión de los magistrados titulares Irma Palencia, Ranulfo Rojas, Mynor Custodio y Gabriel Aguilera, quien asumió la presidencia, pero volvieron a ser suspendidos el 27 de enero, por orden de la Sala Tercera de Apelaciones, a pedido del MP. La magistrada titular Blanca Alfaro ha sido cuestionada por suplentes, quienes rechazaban su permanencia en el cargo y exigían elegir a otro presidente. En el fugaz retorno se oficializó al titular Gabriel Aguilera como presidente, pero no puede ejercer por la nueva suspensión. En este contexto ocurrió la alegata mencionada, que motivó a partidos políticos a ofrecerse como “mediadores”.
Fue lamentable ver a magistrados, suplentes pero al fin magistrados, escenificar el berrinche de sentarse en la audiencia y no en la mesa. No vamos a pecar de ingenuos. Es lógico que cada uno de ellos tenga sus propias aspiraciones. Pero también hay afinidades que no se pueden ocultar; incluso podrían suponerse tácitos adeudos desde su designación en el Congreso. Sin embargo, una vez en los cargos, su única fidelidad es con la ciudadanía. Así que deben ponerse serios, dejarse de telenovelas y velar por la unidad institucional, lo cual no les quita derecho al disenso ni a la libre expresión ni a la negociación lícita, pero con estatura de juristas y no de tinterillos.
La magistrada titular y los suplentes deben llenar los intersticios que en este momento están tratando de aprovechar, como una caries, figuras politiqueras y traficantes de influencias. La supuesta mediación partidaria no es necesaria entre verdaderos profesionales del Derecho que juraron defender los intereses ciudadanos. Tal ofrecimiento es una manzana envenenada, porque los partidos —demostrado está a través de sus acciones, incluyendo la propuesta absurda de reforma electoral— no quieren controles ni auditorías de financiamiento: quieren ser juez y parte, quieren sojuzgar al TSE.
Los magistrados suplentes deben plantear con valor civil y argumentos legales la necesidad de designar un presidente interino —a falta del titular ya nombrado, pero suspendido—. Pero, además de eso, como cuerpo colegiado deberían gestionar en la CC la revisión del amparo denegado en septiembre a los titulares. La tardanza del proceso es obvia y la dilación es lesiva. Deben mostrar unidad institucional, porque al fin y al cabo no saben si en el futuro les tocará enfrentar un asedio parecido con un precedente legal tan dudoso.
Fue lamentable ver a magistrados, suplentes pero al fin magistrados, escenificar el berrinche de sentarse en la audiencia y no en la mesa.
Altercados en el TSE lesionan a institución
Fue lamentable ver a magistrados, suplentes pero al fin magistrados, escenificar el berrinche de sentarse en la audiencia y no en la mesa.
Institución fundacional de la democracia guatemalteca, cuya creación antecedió incluso a la Asamblea Nacional Constituyente que emitió la Carta Magna vigente, el Tribunal Supremo Electoral, se encuentra atrapado entre un largo proceso del Ministerio Público contra cuatro de sus magistrados titulares por la supuesta compra sobrevalorada de un sistema digital de resultados preliminares y la pugna entre magistrados suplentes y la única titular, Blanca Alfaro, quienes protagonizaron un altercado ayer en presencia de fiscales de partidos.
Los magistrados titulares están suspendidos de sus cargos desde el 5 de abril de 2024, por orden de la Sala Primera de Apelaciones. La pesquisa de la Fiscalía lleva ya más de un año —pues la inmunidad les fue retirada el 2 de diciembre de 2023, con votos de la alianza oficialista recién derrotada en los comicios—. Todavía no hay juicio y menos aún una sentencia firme. Hasta la propia CC avaló en julio y septiembre de 2024 la suspensión, aunque en el segundo fallo el magistrado Rony López razonó su voto en contra, señalando violación del debido proceso y daño a la institucionalidad.
El juez Érick García levantó el 10 de enero la suspensión de los magistrados titulares Irma Palencia, Ranulfo Rojas, Mynor Custodio y Gabriel Aguilera, quien asumió la presidencia, pero volvieron a ser suspendidos el 27 de enero, por orden de la Sala Tercera de Apelaciones, a pedido del MP. La magistrada titular Blanca Alfaro ha sido cuestionada por suplentes, quienes rechazaban su permanencia en el cargo y exigían elegir a otro presidente. En el fugaz retorno se oficializó al titular Gabriel Aguilera como presidente, pero no puede ejercer por la nueva suspensión. En este contexto ocurrió la alegata mencionada, que motivó a partidos políticos a ofrecerse como “mediadores”.
Fue lamentable ver a magistrados, suplentes pero al fin magistrados, escenificar el berrinche de sentarse en la audiencia y no en la mesa. No vamos a pecar de ingenuos. Es lógico que cada uno de ellos tenga sus propias aspiraciones. Pero también hay afinidades que no se pueden ocultar; incluso podrían suponerse tácitos adeudos desde su designación en el Congreso. Sin embargo, una vez en los cargos, su única fidelidad es con la ciudadanía. Así que deben ponerse serios, dejarse de telenovelas y velar por la unidad institucional, lo cual no les quita derecho al disenso ni a la libre expresión ni a la negociación lícita, pero con estatura de juristas y no de tinterillos.
La magistrada titular y los suplentes deben llenar los intersticios que en este momento están tratando de aprovechar, como una caries, figuras politiqueras y traficantes de influencias. La supuesta mediación partidaria no es necesaria entre verdaderos profesionales del Derecho que juraron defender los intereses ciudadanos. Tal ofrecimiento es una manzana envenenada, porque los partidos —demostrado está a través de sus acciones, incluyendo la propuesta absurda de reforma electoral— no quieren controles ni auditorías de financiamiento: quieren ser juez y parte, quieren sojuzgar al TSE.
Los magistrados suplentes deben plantear con valor civil y argumentos legales la necesidad de designar un presidente interino —a falta del titular ya nombrado, pero suspendido—. Pero, además de eso, como cuerpo colegiado deberían gestionar en la CC la revisión del amparo denegado en septiembre a los titulares. La tardanza del proceso es obvia y la dilación es lesiva. Deben mostrar unidad institucional, porque al fin y al cabo no saben si en el futuro les tocará enfrentar un asedio parecido con un precedente legal tan dudoso.
ARCHIVADO EN:
Prensa Libre | Guatemala